Aumentan las divisiones en la Comisión Europea y entre los Estados miembros de la UE en torno a una polémica propuesta para introducir nuevos impuestos especiales en toda la UE sobre los productos alternativos a la nicotina, como los vaporizadores y las bolsitas de nicotina.
El martes 6 de mayo, durante un desayuno oficial con los coordinadores y miembros del Comité FISC en Estrasburgo, el Comisario de Acción por el Clima, Hoekstra, reveló que presentará la revisión de la Directiva sobre impuestos especiales del tabaco (DET) antes del verano. Según fuentes presentes en la reunión, su objetivo es aumentar los tipos mínimos y ampliar el ámbito de aplicación de la actual propuesta más allá de los cigarrillos tradicionales a nuevos productos alternativos de tabaco y nicotina. El plan, encabezado por ya está provocando irritación en las capitales nacionales y preocupación entre los defensores de la salud pública.
La propuesta de la Comisión pretende establecer niveles impositivos mínimos para los e-líquidos y las bolsitas de nicotina oral en todo el bloque, duplicando en algunos casos el precio de venta al público. Los críticos sostienen que esto afectaría de forma desproporcionada a los ciudadanos con rentas más bajas y socavaría las estrategias de reducción de daños en un momento en que el tabaquismo tradicional sigue siendo una de las principales causas de muerte evitable en Europa.
Varios Estados miembros del sur, entre ellos Grecia, Italia y Rumanía, son partidarios de armonizar los niveles impositivos, ya que lo consideran una posible fuente de ingresos y una forma de normalizar la normativa en todo el mercado único. Pero otros, sobre todo en Europa Central y Oriental, se oponen. Países como Bulgaria, Chequia, Malta y Croacia han expresado su preocupación por la posibilidad de que tales medidas alteren la flexibilidad de las políticas nacionales y penalicen a los ciudadanos que busquen alternativas más seguras a los cigarrillos.
La propuesta de impuesto llega en un momento políticamente delicado para la Comisión Europea, que aún se tambalea por las disputas internas sobre las políticas de transición ecológica y los debates más amplios sobre la crisis del coste de la vida. La idea de impulsar una subida de impuestos sobre productos que muchos expertos en salud pública consideran herramientas para dejar de fumar ha provocado la frustración de algunos funcionarios de la UE.
Los expertos en salud pública han advertido de que equiparar los vaporizadores y las bolsas de nicotina al tabaco de combustión podría ser contraproducente. Argumentan que, si bien la regulación es necesaria para proteger a los jóvenes y prevenir el abuso, gravar excesivamente los productos de riesgo reducido puede incentivar a los fumadores a volver a los cigarrillos tradicionales, más nocivos, o a seguir con ellos.
En el Parlamento Europeo, algunos eurodiputados también han expresado su malestar por el rápido calendario de la Comisión y la falta de una consulta más amplia. Los críticos acusan a Hoekstra de seguir un enfoque “fiscalista” que corre el riesgo de dejar de lado la política sanitaria basada en pruebas en favor de consideraciones presupuestarias.
“Europa debería liderar con la ciencia, no con la política”, dijo un asesor de política sanitaria con sede en Bruselas. “Esta medida corre el riesgo de alienar tanto a los defensores de la salud pública como a los ciudadanos que intentan dejar de fumar”.
Al parecer, Hoekstra ha iniciado gestiones ante los grupos de presión para asegurarse el respaldo nacional, pero el tiempo apremia y la oposición parece endurecerse.